Limpia los tomates y quítale tallos y hojas. Puedes usar tomates regulares picándolos a la mitad.
Vierte el aceite de oliva en un sartén de hierro a fuego medio-alto.
Añade la cebolla y 1/2 cucharadita de sal. Saltea hasta que las cebollas estén traslúcidas y algo caramelizadas al menos 10 minutos.
Luego revuelve el ajo en la cebolla y cocina de 30 a 60 segundos. Añade el vino (o balsámico) y cocine hasta que el vino se haya evaporado.
Incorpora la harina y cocina hasta que tenga contextura de salsa.
Retira la sartén del fuego y agrega los tomates más la cucharadita de sal restante, revolviendo con cuidado hasta que las cebollas se mezclan uniformemente con los tomates.
Para la cubierta, mezcla la harina de trigo, la harina de maíz, el polvo de hornear, el bicarbonato y la sal en el tazón de un procesador de alimentos. Pulsa un par de veces.
Cortar la mantequilla fría en trozos del tamaño de un guisante. Transfiere la mezcla a un bol y añade 250 grs del queso cheddar (reserva el resto).
Formar un hueco en el centro y vierta la crema de leche.
Use una espátula para remover hasta que todo se haya incorporado. Recubre la sartén con esta masa.
Cocina durante 55 a 60 minutos, hasta que los tomates crezcan y la cubierta esté bien dorada.
Unos 10 minutos antes sacarlo, espolvorea el queso restante en la parte superior.
Retira del horno y deja reposar durante al menos 15 minutos antes de comer.
Notas
¿Un tip extra? Las sobras se mantendrá durante aproximadamente una semana.